miércoles, 11 de febrero de 2009

Un Litro de Lagrimas

Esta novela es de muchos sentimientos encontrados la mejor en contarnos el caso de una muchacha de tan solo 15 años la cual pasa por los peores momentos de una emfermedad que se la lleva lentamente, espero les agrade esta novela y lloren y rian con ella. Es basada en la vida real


Diario de Aya

Capitulo 1

Mary” ha muerto…

Hoy es mi cumpleaños. He crecido bastante.
Creo que tengo que darles las gracias a mis padres.
Tengo que conseguir sacar mejores notas y permanecer sana para no ponerles tristes. Para lograrlo, necesito pensar en este inicio de mi juventud como en algo importante, sin arrepentirme de nada.

Me voy de camping pasado mañana. Antes tengo que terminar mis deberes para no preocuparme de nada. ¡Vamos, vamos, Aya!

“Tigre”, el perro fiero de los vecinos ha mordido a “Mary” en la cabeza y la ha matado.
“Mary”, que era muy pequeña, se ha aproximado al monstruoso “Tigre” moviendo la cola de forma amigable. Yo he gritado con todas mis fuerzas: “¡Mary, no! ¡Ven aquí!”, pero…
“Mary” debe de sentirse muy frustrada. Ha muerto sin poder decir ni una sola palabra. Si no hubiera nacido perro, no habría muerto tan rápido. ¡”Mary”, espero que seas feliz donde quiera que estés!

La nueva casa ya está terminada.
Las habitaciones grandes de la zona este de la segunda planta son para mi hermana y para mí. Los techos son blancos. Las paredes de madera oscura. Lo que se ve a través de las ventanas es diferente. Estoy contenta de tener mi propia habitación pero me parece demasiado grande y solitaria. Me pregunto si seré capaz de dormir esta noche. ¡Es como empezar de nuevo!

1. Llevaré camiseta y pantalón (así es más cómodo moverse).
2. Tareas que hacer todos los días: regar las plantas, quitar las hierbas, buscar bichos detrás de las hojas del tomatero que he plantado. Además, comprobar si las hojas del crisantemo tienen cucarachas, y si es así, quitarlas.
3. No dejar de lado mis deberes.
4. Aparte de todo lo anterior, escribir en mi diario todos los días.
Voy a asegurarme de cumplirlo todo.

Mi familia.

Papá. 41 años. A veces tiene mal genio pero es amable.
Mamá. 40 años. La admiro pero su sinceridad me asusta.
Yo. 14 años. En el inicio de la adolescencia. La edad más difícil. Si tuviera que describirme con una palabra diría que “llorona”. Estoy llena de emociones. Soy inocente y paso fácilmente de estar de mal humor a reírme a carcajadas.
Mi hermana pequeña. 12 años. La veo como una rival tanto en el colegio como en personalidad… Aunque últimamente me mandonea bastante.
Mi hermano pequeño. 11 años. Es muy astuto… da un poco de miedo. Es más pequeño que yo pero a veces se convierte en un hermano mayor. También es como un padre para Koro*.
Mi hermano más pequeño. 10 años. Tiene un gran imaginación pero también puede ser un poco despistado.
Mi hermana más pequeña. 2 años. Tiene el pelo rizado heredado de mi madre y la cara de mi padre (especialmente los ojos, cuando él ve en el reloj que son las ocho y veinte). Es adorable.

*Koro es el perro.

Capitulo 2


Arrepentimiento

La única planta que cosechamos en el Instituto Seiryou es el cítrico chino*.
Cuando he ido a limpiar las hierbas que rodean esos árboles, los chicos se han reído de mi forma de andar.
“¿Qué forma de andar es ésa? Pareces una niña de guardería”.
“Ja, ja, te pones nerviosa, patizamba”.
Se han reído diciendo y haciendo todo lo posible por enfadarme. Por supuesto, yo les he ignorado. Antes de enfrentarme a ellos, preferiría que el agua del océano desapareciera. Pero ha sido muy difícil no ponerme a llorar. Afortunadamente, he sido capaz de aguantar las lágrimas…

Hoy me ha ocurrido algo muy frustrante.
En Educación Física, me he cambiado y he salido fuera.
El profesor nos ha dicho, “Hoy haremos una marcha de un kilómetro. Después practicaremos pases de baloncesto”.
Mi corazón ha latido con fuerza. Correr, pases… Yo no puedo hacer eso.
“Kitou, ¿qué vas a hacer?”.
He bajado la cabeza y el profesor ha continuado…
“Bueno, puedes ponerte a estudiar con O-san”. (O-san se había olvidado de la ropa para hacer deporte).
Después, inmediatamente mis compañeras de clase han dicho…
“¡Ah! Clase de estudio. ¡Qué suerte!”
Yo hervía de ira.
“Si tanto queréis estudiar, yo os cedo mi puesto. Aunque solo fuera un día, me gustaría intercambiar mi cuerpo por el vuestro. Entonces quizá entenderíais lo que siente una persona que no puede hacer lo que quiere hacer”.
Cada vez que camino, en cada paso que doy, noto la inestabilidad de mi cuerpo. Me siento débil, humillada y miserable por no ser capaz de hacer algo que todos los demás pueden hacer. ¿Es algo que no se puede entender si no se experimenta? Aunque no podáis entender lo que siente otra persona, quiero que al menos intentéis poneros en mi lugar.
Supongo que eso es difícil de hacer.
Incluso yo solo me he dado cuenta una vez que me ha pasado.

*El cítrico en cuestión es una especie de mandarina.

Lo del acoso a Aya me parece ya el colmo…





Capitulo 3
El entendimiento de un discapacitado

Ayer tuve que ir a la biblioteca para dar una de las clases. Tardé unos 20 minutos en recorrer el pasillo de la segunda planta y, cuando llegué, ya no había nadie. Realmente soy muy lenta. Estaba deprimida pero cogí un libro. Si me quedo en el colegio después de que cierren las puertas, luego puedo llamar al internado o al colegio pero, aún así, no puedo evitar ponerme a llorar.

Alrededor de las 4 la bibliotecaria me ha regañado. “¡Vete, rápido! Si quieres coger libros, tienes que venir antes”. ¡Estaba tan enfadada! Qué persona más fría. Mis movimientos son más lentos que los de una persona normal. Es imposible planear algo con antelación por mucho que me esfuerce. Y dedico muchas horas del día a realizar tareas habituales como lavar la ropa. Y todo esto no me ayuda a resolver el problema.

Hoy iremos al zoo. Estoy tan cansada de ir a sitios así. Ver las caras aburridas de los orangutanes, los monos negros que tiran piedras, los pingüinos que no pueden pescar…

Realmente odio las obligaciones del internado, pero si quiero adaptarme a la dinámica del grupo, no tengo otro remedio. Soy tan lenta. No importa cuánto me esfuerce, siempre soy más lenta que los demás. Cuando nos avisan, solo he podido hacer la mitad de las tareas. Al final de la clase de rehabilitación, el profesor me ha dicho. “Aya, no has limpiado tu habitación. Ve al baño y recoge la basura y las toallas”.

“Lo siento, intentaré esforzarme más y…”. Dios, dímelo por favor. ¿Cuándo va a acabar todo esto? Al final siempre me acabo sintiendo más débil. Si mi cuerpo respondiera más, no me importaría limpiar cualquier cosa, incluso los baños. Pero como no puedo controlar mis movimientos, solo puedo pensar, “¡lo detesto!”. Pero soy incapaz de decir nada y todos los demás se van.

Cuando he vuelto a la habitación, no he podido evitar ponerme a llorar. La encargada del hostal me ha visto y me ha dicho. “No puedes llorar siempre en un entorno de grupo”. Pero, ¿exactamente que debería hacer si no?